01 enero 2008

Vero x 17



Vero era la más asediada por todos los del salón de clases.
Su blanco rostro jugaba con las emociones, al tener unos ojos negros como demonio y mejillas siempre rojas como ángel. Su cabello largo y lacio parecía refugiarla cuando tapaba su rostro ante los ojos de los demás.
Tenía el ombligo más perfecto jamás visto en una mujer, su cintura atraía tus manos cuando la saludabas de beso y sus piernas largas eran tan llamativas, que asía notar que hasta las rodillas combinaban con su figura.


Ninguno de los espantos bodoques del salón de clase había tenido la oportunidad de salir con ella, y lo mas que alguno podía presumir, era Pedro. Quien había ido a su casa a hacer alguna tarea.

El día que falto la maestra de Matemáticas fue cuando la suerte de Pedro cambio, ya que por asares del destino, esa tarde cuando se dirigía al baño a limpiarse la clara de huevo que le aventaron como broma en el salón de clases. El se encontró con vero justo antes de entrar al baño y se trato de esconder, pero su escurrimiento en la cabeza, hacia imposible que alguien lo pasara por desapercibido.

Cuando vero lo vio, pregunto:

- Ahora te toco a ti recibir la broma, ¿verdad?

Se dirigió con Pedro al baño de hombres y lo ayudo a limpiarse, sentir sus manos tallándole su cabellera lo hizo quedarse petrificado, hasta que ella dijo:

- ¿Que pasa, Esta fría?

-Si, un poco. Contestó mirando la nariz de vero, mientras la escaló hasta llegar a sus cejas y bajo a ver sus ojos negros que lo hicieron besarla.

Al día siguiente vero estaba sentada hasta enfrente de la clase y Pedro por lo general estaba hasta atrás, aun lado de la ventana y la pared.

Sentía que enfrentaría a todo un batallón solo por acercarse a ella.
Pero toda la noche no pudo dormir por pensar en un buen tema de conversación para platicar con ella, hacer preguntas sobre tareas, lo que uno siente y saber si podía tener la posibilidad de ser alguien a la corta edad de 17 años. Ni en sus exámenes finales había puesto tanto esmero y dedicación.

Pero ahí justo cuando había puesto a todos los santos de cabeza en su casa, entró un profesor un poco extraño, con un tipo de corte de pelo muy moderno para su edad, tenia unas gafas de marco grueso que lo hacia ver muy intelectual y era tan delgado que lo hacia verse joven.

-Hola soy su nuevo maestro de matemáticas.

Vero tenia la mirada fija hacia el y tenia la boca abierta, al igual que las piernas, al parecer perdió la noción del tiempo, perdio hasta su nombre si me dejan adivinar y como toda joven se sonrojaba y bajaba la vista cuando el se refería a ella, para luego levantar la cara con una dulce sonrisa.

(No puede ser, ahora viene este tipo a fregarme la hora libre que tenia planeada toda la noche, pensó Pedro).

Una semana después Pedro los miro platicando afuera de la escuela, el paso a saludar pero termino ayudole al maestro que tenia cajas por cargar y mientras ellos platicaban pedro se esmero por terminar rapido y… paso lo que tenia que pasar.
Al dar sus últimos pasos para acercarse a hablar con vero, se creo un silencio molesto y cuando pregunto de lo que estaban hablando antes de que llegara, empezaron a hablar en cierto código que no pudo descifrar.

(Me miro como un estúpido aquí parado, riéndome sin entender cuando ellos se ríen. Además ella tiene 17, no se supone que, ¿las mujeres de preparatoria son para hombres de preparatoria?)

Pero estaba fija su posición, si el maestro quería a vero, no iba a ser tan fácil. Tenia que pasar sobre su cadáver, tenía que pasar su carro sobre sus deseos mundanos que no eran tan ajenos a los del maestro.

Cuando la madre de vero llego. Vero se fue, despidiéndose del maestro con un beso en la mejilla mientras ligeramente apretaba su antebrazo y se ponía de puntitas para alcanzar la posicion perfecta para un beso en la mejilla. Corrió hacia su madre y antes de subirse al carro; ella volteo a ver al maestro nuevamente.

Cuando se subió su madre le pregunto:

-¿Con quien estabas?

--Con mi maestro de matemáticas, ella contesto.

- También mire a Pedro ahí.

- Ahh si, también con Pedrouuuu. Dijo vero, mientras miraba por el retrovisor para afirmar que el estaba ahí.

El maestro de matemáticas, aparte de restregarle en la cara a Pedro de que el era el macho que se imponía entre vero y el, le pidió que le ayudara a cargar otras cajas que estaban en el salon.

-No, lo siento. Tengo que llegar a mi casa temprano, por que hoy hay una reunión familiar. Contesto Pedro y se fue corriendo. (¿Que se cree? si soy feo ¡pero no pendejo!)

Un mes después vero ya estaba totalmente pérdida por el maestro, era más que obvia. La sonrisa le adornaba su angelical cara y los perfumes que se ponía te hacían confirmar que el olor favorito de un hombre es el de la mujer.
Si ella era perfecta, enamorada era un ser ajeno a esta realidad.

Cuando ella se metió al concurso de matemáticas, gano el de la ciudad y tenia que enfrentar a los del estado. Se notaba que ella había ganado por el maestro de matemáticas, para que se sintiera orgulloso de ella.

Cuando viajaron a la capital del estado, el maestro por fin dejo sus pulcros modales que les había mostrado a los padres de vero para poder convencerlos de que la dejaran viajar.

El entro al cuarto de vero con el pretexto de saber si tenía todo lo necesario, pero nunca aclaro ¿necesario para que?
Ella nada inocente lo dejo entrar para dejar escapar todos los demonios que sentía dentro de su hermoso pecho que hacia soñar a todos en el salon de clases.

El maestro la atrapo en esa habitación y en cuanto cerró la puerta… la destazo. No hubo parte de su cuerpo que el dejara sin tocar o lamer. Parecía un vampiro, un pulpo un vampipulpo... succionando la juventud y los sueños de todos los de la clase incluyendo a Pedro.
Ella gozo cada segundo esa noche y toda esa ansiedad que tenia, desapareció en cuanto el había cerrado la puerta con seguro.

Cuando el termino de hacer todo lo que había imaginado desde el primer día que la vio, tomo un cigarro y se paro en la ventana. Lo prendió y la volteo a ver, diciendo:

Maestro:
Será divertido mientras tengas 17, cuando tengas 18 ya no lo será. Te tomare una foto y te dejare ir, como a las demás.
Ella recibió el humo en su cara, pero ya estaba ciega y sorda desde antes de esa noche.

Pedro en cambio, se conformo con Adriana, la que se sentaba detrás de tapiocadas. A ella le gustaba que le tocaran los senos en el salón de clases y que le tocaran la entre pierna cuando la llevaban a su casa.

Parece que al final pedro consiguió su objetivo.

Si soy feo, ¡pero no pendejo!. Dijo Pedro antes de cumplir los 18.

Y Vero… nadie supo nada de ella despues de la Preparatoria, d
el maestro de matemáticas tampoco, nadie siquiera recuerda su nombre.

3 comentarios:

Bioariel dijo...

Ups, sin comentarios me se unas historias peores...je

52X Max dijo...

lo malo de la historia es ke Adriana keria con Tapiocadas...

edy_balardy dijo...

a ke tapiokadas tan wey le hubieras dado gane a pedrouuuuu