25 enero 2008

Tu #t$% Madre




Me e tomado 1000 fotos tratando de encontrar mi perfil que ella describe
Ninguna de las fotos me dice cual es.
Me e visto en el espejo las 24 horas del día, tratando de encontrar el brillo que describe de mis ojos
Ninguna hora el sol brilla tanto como ella dice.
He olido mi almohada, mi ropa, mis manos… tratando de encontrar el aroma que ella describe
Me parecen olores que no puedo descifrar.
Cuando camino frente a ella lo hago de un modo diferente para sorprenderla, muevo los talones más arriba que antes. Me pongo el cinto una medida mas grande, me meto los dedos gordos en la bolsa, me como la uña del dedo índice de la mano izquierda y el de la derecha con un cortaúñas.
Todo lo descifra, soy un maldito falso para ella.
Un falso que se levanto con las ganas de ignorarla.
Déjalo, es la edad. Ella dice.

18 enero 2008

Cebollas y Caballos

Víctor terminaba de limpiar el motor del tractor que acababa de arreglar su padre, cuando este le pidio que fuera con su madre para ver si ya estaba la comida. asi fue con tierra en las manos, uñas llenas de aceite y el apestoso estiércol con moscas de las vacas. 

Se dirigió corriendo como un perro que acabaran de soltar; aburrido de soñar que estaba nadando en el lago o comiendo nieve de limón con monche.

Cuando llego con su madre, ella estaba agachada sacando el cultivo de cebollas que estaban en temporada. Cuando de pronto ella dice:  

- Con estas hago la comida, y tu ve sacando las demás para venderlas.

- Oh no, cebolla otra vez, replico Víctor.

La madre muy enojada por el comentario le respondió.

 - Deberías de dar gracias a que somos gente decente y que nos ganamos la comida con nuestro sudor… no como los Escutia.

- ¿Nuestro sudor? Por eso es tan salada la comida?

Cuando la madre de Víctor se perdió a la vista con el canasto de cebollas. Llego Juan Escutia en su caballo. 

-Te invito a jugar, sube iremos hasta el otro pueblo con monche y nadaremos en el lago.

- No puedo, vete de aquí. Respondió Víctor agresivamente sin levantar la mirada, sacando cebollas colocandolas en su camiseta simulando un canasto.

Juan Escutia se fue sin decir nada, en dirección al pueblo. Una simple negación no lo iba a detener de realizar sus planes. Cuando Víctor trato de buscar a Juan con la vista, apenas se distinguía al horizonte. Con un dolor en el estomago Víctor grito: -¡Maldito Juan Escutia!, maldigo a todos los Escutia’s.

Cuando termino de sacar todas las cebollas se dirigió a su casa.  - “Malditos Escutia… quisiera ser un Escutia”.

11 enero 2008

HENMAEIAAAAAAAAAA!!!!

05 enero 2008

El día en que los deseos se esfumaron.

El 21 de octubre, Víctor estaba feliz por ser el día en que una estrella pasaba por ese bizarro pueblo que el llamaba casa. Se desnudo con sus madre y hermano y salieron corriendo a recibir el polvo de estrella en el monte de las apariencias, donde estaba todo el pueblo; incluyendo a monche, por la que el daría su vida en un segundo si ella lo pidiera.

¿Estas lista para recibir el polvo de estrellas?, pregunta Víctor a monche mientras mira todos los detalles de su cuerpo desnudo, creando una erección cada vez que pasaba esto.

Si, ahora atrapare tanto que hasta mis deseos mas absurdos se convertirán en realidad y claro, como te has portado bien con migo, te daré un poco de todo ese polvo que yo atrape, para que veas que no soy mala. Víctor después de escuchar tal optimismo levanto las manos gritando -¡ya viene, ya viene!-

Levanto las manos junto con todos sus amigos y recibió el polvo dorado en sus manos sucias y uñas negras, exigidas por sus labores domesticas. Víctor había recibido más polvo dorado como nunca en toda su existencia y como era costumbre la gente salió corriendo a sus casas para no mostrar la cantidad que habían obtenido, y no compartirla con nadie.

Víctor estaba tan extasiado que se quedo parado ignorando toda acción por los demás, fue el único que se quedo parado con las manos en lo alto tirando las sobras que le salían por tanto polvo que había obtenido. Cuando llego Juan Escutia con un cigarro en la mano, y dijo:

-¿Otra vez están aquí, recibiendo la paga por soportar a este pueblo? Ja ja solo por un deseo que les durara un día o dos.

La lastima que obtuvo Víctor al escuchar tal cosa, lo hizo sentir dolor ante Juan. El cual recibir polvo de estrella era mágico para todas las personas. -No debes de decir eso, te daré la mitad de mi polvo para que pidas un deseo tan grande como el mío y así sientas mi felicidad-, dijo Víctor.

Juan nada estúpido tomo la mitad de polvo que había obtenido Víctor, la cual era casi la cantidad que había juntado todo el pueblo, repartido en todas las personas. Juan lo tomo, lo guardo en un frasco, lo puso bajo su cama y lo dejo ahí todo el año.

Pasaron los días y Juan miraba a la gente feliz en ese pueblo, tan maldecido por todos. Víctor siempre preguntaba a Juan cada vez que lo miraba, como le había parecido el deseo que había pedido. Juan Escutia siempre respondía -Aun no lo e pedido, pero me hace feliz de solo pensar lo que voy a pedir. ¿Tu de seguro deseaste lo mejor para monche como me habías dicho, verdad?

Víctor parecía un retrato inmóvil cuando le preguntaban esto, ya que así había sido. ____

El siguiente 21 de octubre, antes de que la gente llegara al monte. Juan Escutia saco el frasco de su casa y arrojo todo el polvo sobre el campo, aparentando que la estrella ya había pasado.

Toda la gente se desilusiono al no ver la estrella, pero al reconocer el polvo de estrella en la tierra, lo juntaron como pudieron y salieron corriendo hacia sus casas para no darle a nada a nadie y pensar en su deseo.

Cuando la estrella pasó sobre el monte, Juan Escutia tuvo todo el tiempo del mundo para juntar cada rastro de polvo desprendido de la estrella. Al juntar casi un saco de polvo, pidió su deseo: -Deseo que la gente olvide el día 21 de octubre y deje de venir a este monte a tomar polvo de estrellas y su motivación para amar este pueblo, sea el temor de dejarlo y encontrar algo peor-.

Juan Escutia tenía tanto polvo en su saco, que su deseo se volvió realidad. Cada 21 de octubre, el iba a juntar todo el polvo de estrellas que quisiera y poder pedir deseos tan absurdos como su imaginación le daba a entender. Juan Escutia nunca fue tan feliz en la vida.

03 enero 2008

Lugares y Costumbre

Cuando don Pedro cumplió los 50 años. Sabía que le quedaba 1 semana más de vida y nada más. Como a todos los hombres de ese pueblo.

Como era costumbre, don Mario al llegar a la edad de 49 años tenia que juntar dinero para su sepultura y para la inyección letal, ya que al cumplir los 50, empezaría a sufrir ataques epilépticos sin explicación alguna, haciendo la vida gris y sin ninguna motivación mas que la muerte.

El último día de vida de don Pedro, no comió nada Y había dejado de tomar líquidos desde el día pasado. Se acostó en su cama y cerró los ojos. Cuando llego el doctor le preparo la inyección de anestesia. Víctor, su hijo menor, sujetó los pies de su padre con las manos y su hermano mayor puso su pie derecho sobre el pecho de don Pedro.

Después de la inyección, el doctor preparaba la segunda, la cual cortaría la comunicación del cerebro desconectando sus pechos y su corazón. Para así poder morir lentamente y sin dolor. Todos sus amigos estaban afuera de su casa vestidos de negro y antorchas en las manos. Listos para rezar por el y pedir que este maleficio terminara en el pueblo.

Cuando Víctor salió corriendo de su casa, las personas sabían que ya estaba todo terminado. Víctor se sentó bajo el árbol, a llorar y recordar todos los momentos que paso con su padre, en ese árbol que era el único adorno que tenia la casa. Su único amigo, Juan Escutia. Se acerco a darle apoyo moral, diciendo: -¿No se por que lloras tanto Víctor? Deberías de estar orgulloso de que tu padre haya sido honesto en su vida y preparo todo para tener una santa sepultura sin dolor y con todos sus amigos afuera de su casa esperando su partida, temerosos de que algún día a ellos les llegará la hora.

No como el cobarde de mi padre, quien dijo que el no tendría esos ataques epilépticos, que sabemos que a todos nos da esa maldición.

Ese cobarde de mi padre, quien no fue bendecido por no ahorrar dinero a los 49 años y lo tuvimos que matar mi madre y yo, mientras mi hermana estaba dormida. Cortándole el cuello en el baño de mí casa. Sin ningún amigo ni doctor. Enterrándolo entro los carrizos de la orilla de la casa, como perro.

01 enero 2008

Vero x 17



Vero era la más asediada por todos los del salón de clases.
Su blanco rostro jugaba con las emociones, al tener unos ojos negros como demonio y mejillas siempre rojas como ángel. Su cabello largo y lacio parecía refugiarla cuando tapaba su rostro ante los ojos de los demás.
Tenía el ombligo más perfecto jamás visto en una mujer, su cintura atraía tus manos cuando la saludabas de beso y sus piernas largas eran tan llamativas, que asía notar que hasta las rodillas combinaban con su figura.


Ninguno de los espantos bodoques del salón de clase había tenido la oportunidad de salir con ella, y lo mas que alguno podía presumir, era Pedro. Quien había ido a su casa a hacer alguna tarea.

El día que falto la maestra de Matemáticas fue cuando la suerte de Pedro cambio, ya que por asares del destino, esa tarde cuando se dirigía al baño a limpiarse la clara de huevo que le aventaron como broma en el salón de clases. El se encontró con vero justo antes de entrar al baño y se trato de esconder, pero su escurrimiento en la cabeza, hacia imposible que alguien lo pasara por desapercibido.

Cuando vero lo vio, pregunto:

- Ahora te toco a ti recibir la broma, ¿verdad?

Se dirigió con Pedro al baño de hombres y lo ayudo a limpiarse, sentir sus manos tallándole su cabellera lo hizo quedarse petrificado, hasta que ella dijo:

- ¿Que pasa, Esta fría?

-Si, un poco. Contestó mirando la nariz de vero, mientras la escaló hasta llegar a sus cejas y bajo a ver sus ojos negros que lo hicieron besarla.

Al día siguiente vero estaba sentada hasta enfrente de la clase y Pedro por lo general estaba hasta atrás, aun lado de la ventana y la pared.

Sentía que enfrentaría a todo un batallón solo por acercarse a ella.
Pero toda la noche no pudo dormir por pensar en un buen tema de conversación para platicar con ella, hacer preguntas sobre tareas, lo que uno siente y saber si podía tener la posibilidad de ser alguien a la corta edad de 17 años. Ni en sus exámenes finales había puesto tanto esmero y dedicación.

Pero ahí justo cuando había puesto a todos los santos de cabeza en su casa, entró un profesor un poco extraño, con un tipo de corte de pelo muy moderno para su edad, tenia unas gafas de marco grueso que lo hacia ver muy intelectual y era tan delgado que lo hacia verse joven.

-Hola soy su nuevo maestro de matemáticas.

Vero tenia la mirada fija hacia el y tenia la boca abierta, al igual que las piernas, al parecer perdió la noción del tiempo, perdio hasta su nombre si me dejan adivinar y como toda joven se sonrojaba y bajaba la vista cuando el se refería a ella, para luego levantar la cara con una dulce sonrisa.

(No puede ser, ahora viene este tipo a fregarme la hora libre que tenia planeada toda la noche, pensó Pedro).

Una semana después Pedro los miro platicando afuera de la escuela, el paso a saludar pero termino ayudole al maestro que tenia cajas por cargar y mientras ellos platicaban pedro se esmero por terminar rapido y… paso lo que tenia que pasar.
Al dar sus últimos pasos para acercarse a hablar con vero, se creo un silencio molesto y cuando pregunto de lo que estaban hablando antes de que llegara, empezaron a hablar en cierto código que no pudo descifrar.

(Me miro como un estúpido aquí parado, riéndome sin entender cuando ellos se ríen. Además ella tiene 17, no se supone que, ¿las mujeres de preparatoria son para hombres de preparatoria?)

Pero estaba fija su posición, si el maestro quería a vero, no iba a ser tan fácil. Tenia que pasar sobre su cadáver, tenía que pasar su carro sobre sus deseos mundanos que no eran tan ajenos a los del maestro.

Cuando la madre de vero llego. Vero se fue, despidiéndose del maestro con un beso en la mejilla mientras ligeramente apretaba su antebrazo y se ponía de puntitas para alcanzar la posicion perfecta para un beso en la mejilla. Corrió hacia su madre y antes de subirse al carro; ella volteo a ver al maestro nuevamente.

Cuando se subió su madre le pregunto:

-¿Con quien estabas?

--Con mi maestro de matemáticas, ella contesto.

- También mire a Pedro ahí.

- Ahh si, también con Pedrouuuu. Dijo vero, mientras miraba por el retrovisor para afirmar que el estaba ahí.

El maestro de matemáticas, aparte de restregarle en la cara a Pedro de que el era el macho que se imponía entre vero y el, le pidió que le ayudara a cargar otras cajas que estaban en el salon.

-No, lo siento. Tengo que llegar a mi casa temprano, por que hoy hay una reunión familiar. Contesto Pedro y se fue corriendo. (¿Que se cree? si soy feo ¡pero no pendejo!)

Un mes después vero ya estaba totalmente pérdida por el maestro, era más que obvia. La sonrisa le adornaba su angelical cara y los perfumes que se ponía te hacían confirmar que el olor favorito de un hombre es el de la mujer.
Si ella era perfecta, enamorada era un ser ajeno a esta realidad.

Cuando ella se metió al concurso de matemáticas, gano el de la ciudad y tenia que enfrentar a los del estado. Se notaba que ella había ganado por el maestro de matemáticas, para que se sintiera orgulloso de ella.

Cuando viajaron a la capital del estado, el maestro por fin dejo sus pulcros modales que les había mostrado a los padres de vero para poder convencerlos de que la dejaran viajar.

El entro al cuarto de vero con el pretexto de saber si tenía todo lo necesario, pero nunca aclaro ¿necesario para que?
Ella nada inocente lo dejo entrar para dejar escapar todos los demonios que sentía dentro de su hermoso pecho que hacia soñar a todos en el salon de clases.

El maestro la atrapo en esa habitación y en cuanto cerró la puerta… la destazo. No hubo parte de su cuerpo que el dejara sin tocar o lamer. Parecía un vampiro, un pulpo un vampipulpo... succionando la juventud y los sueños de todos los de la clase incluyendo a Pedro.
Ella gozo cada segundo esa noche y toda esa ansiedad que tenia, desapareció en cuanto el había cerrado la puerta con seguro.

Cuando el termino de hacer todo lo que había imaginado desde el primer día que la vio, tomo un cigarro y se paro en la ventana. Lo prendió y la volteo a ver, diciendo:

Maestro:
Será divertido mientras tengas 17, cuando tengas 18 ya no lo será. Te tomare una foto y te dejare ir, como a las demás.
Ella recibió el humo en su cara, pero ya estaba ciega y sorda desde antes de esa noche.

Pedro en cambio, se conformo con Adriana, la que se sentaba detrás de tapiocadas. A ella le gustaba que le tocaran los senos en el salón de clases y que le tocaran la entre pierna cuando la llevaban a su casa.

Parece que al final pedro consiguió su objetivo.

Si soy feo, ¡pero no pendejo!. Dijo Pedro antes de cumplir los 18.

Y Vero… nadie supo nada de ella despues de la Preparatoria, d
el maestro de matemáticas tampoco, nadie siquiera recuerda su nombre.