10 julio 2011

Dulces himnos de paz y de unión.



Desde hace rato queríamos escuchar un chiste de bolivianos. Saber de que se ríen estas personas. A ver si son mejores que los de polo polo, ¿de qué se ríen los bolivianos?, yo nunca he escuchado nada de ese país. Solo sé que siempre están en guerrillas y que pierden en el futbol.
Ahí estaba el Boli, que nació en Bolivia. Le hicimos ruedita como si fuera una fogata.
-Voy a contar una anécdota… (Dijo por fin. Por favor… ¡una historia de mujeres! de aventura sudamericana de indiana jones. De la guerra con Evo morales… por favor… le reclame como el agua al consomé de pollo…)
Pues cuando estaba en Bolivia estaba en la milicia. Ahí estaba porque tienes que pasar tres años para servir a tu país. Te mandaban lejos de la ciudad y te enseñaban a ser disciplinado. El lugar donde dormías era un lugar que tenía que estar muy limpio, casi como un cuarto donde crean semiconductores. Y donde dormías era en unas literas de tres pisos. A mí siempre me toco dormir en el tercer piso, en el primero había un muy amigo mío y en medio había uno afeminado que casi no le hablaba, por que los soldados no lo querían. Buscaban cualquier pretexto para sacarlo de ese lugar, pues ¿como un afeminado iba a estar en el ejército de tu país? no me imagino al enemigo viéndolo ya que por unos, todos lo pagamos.
Trate de evitarlo, aunque era desagradable en los baños, donde todos estábamos desnudos sin separadores. Al principio debo de decir que me sentí muy perturbado. Digo: quien no. Caminas con la vista levantada tratando de solo ver la cara de los demás. Y no más. Y ni pensar cuando se te cae el jabón. Te sigues enjuagando aunque sea con la palma de tu mano, disimulando que tú traes el jabón. Y a otro pendejo se le cayó.
Después del baño te tienes que poner talco, mucho talco para evitar infecciones. Ya que todo el día te ponían a hacer ejercicio en la selva, en la humedad. Y después de ponerte talco te debías de formar en una fila de 10 personas, claro que aun seguías desnudo.
Al terminar la inspección te formaban en tu litera y ya te podías vestir con tu pijama para después pasar a dormir, claro dormir acostado del lado derecho por que del lado izquierdo esta el corazón.
Una noche, cuando ya estaba dormido, no sé cómo mi cuerpo giro y mi mano se cayó del colchón. Yo no me di cuenta, solo cuando entre sueños sentí que algo había agarrado mi mano. Ahí fue cuando me desperté. Era el soldado afeminado que estaba como pintura griega de Leonardo da vinci. Desnudo con la sabana cubriendo sus genitales. Rápido jale mi mano y el dejo la suya estirada dejando su mirada en mi. Yo seguí acostado en mi cama pensando que hacer, si seguir ahí y simular que nada había pasado. O irme de ahí. Decidí irme de ahí, ya que él estaba debajo de mí.
Con un salto desde mi cama llegue al piso y mi compañero de la primera cama se despertó. – que tienes. Me dijo. -Ven y te digo. Le conteste.
Nos fuimos a la entrada del baño y tras contarle el guardia pronto se dio cuenta de que estábamos despiertos, el ruido nos delato, se nos acerco y nos pregunto -¿qué hacen despiertos? Ya que teníamos la orden de dormir.
Conté lo sucedido y me dijo que no me preocupara. Nos mando a darle una vuelta al edificio y así lo hicimos. Luego me contaron que entre varios lo habían aventado hacia el piso con todo y colchón en sima. Ya ahí lo golpearon unos quince minutos gritándole cosas anti homosexuales y que desertara o de lo contrario eso le esperaría por el resto del servicio.
Yo no creo que fuera cierto que todo el servicio le esperaría eso, tal vez dos o tres meses, hasta que alguien más lo mereciera. Gracias a dios yo nunca hice algo para merecer semejante castigo.
Al día siguiente, como todos los días. Nos despertamos y nos formamos para cantar el himno nacional. El cual era ordenado cantarlo a todo pulmón, orgullosos de ser bolivianos. Acompañados de el discurso motivador de todos los días. Donde nos decían que nosotros éramos lo mejor de Bolivia, los mejores hombres del mundo, que podríamos hacer lo que quisiéramos en el mundo, con la dedicación y disciplina que nos enseñaron. Después de ese discurso siempre nos preguntaban si había alguien que quisiera desertar de tal oportunidad. Ahí fue donde el levanto la mano. Lo mire unos dos segundos cuando levanto la mano izquierda. Solo alcance a ver que tenía la mirada baja y en la otra mano un puño enredado con su pijama.
Al principio sentí culpa, pero siendo serios, el no merecía servir a Bolivia. Y eso todos los sabíamos.
Al terminar el servicio, yo sabía que podía hacer todo lo que quisiera ser, todo lo que me imaginara lo podría alcanzar. Pero como decían en el discurso que nos daban diario: ustedes valen más que los civiles, solo por el simple hecho de saber de técnicas de matar. Pero siendo honesto, no me servía de nada, a menos que me dedicara a ser mercenario o trabajar para un cartel. Me pregunte… que le hace falta a mi país? Creo que un buen Ing. Petrolero. Pero como en mi país hay mucho petróleo, y no hay nada relacionado al estudio de este material. Decidí estudiar una carrera sobre matemáticas. La termine y no ganaba mucho. Creo que tampoco mi temperamento me hacía ver como maestro. Decidí ir a México, donde estaba la carrera de Ing. Petrolero en la ciudad de Veracruz, pero por desgracia, no quede en esa carrera.
Me la pase viajando por todo México, hasta encontrar una carrera que me llamo la atención… Ing. Industrial. La termine y ahorita estoy trabajando en una fabrica sobre lo que estudie. Pero no me siento agusto a mis 26 años. Yo quiero aun estudiar ingeniería del petróleo. Pero ahora mi meta es en Alemania.
Aun uso talco en todo mi cuerpo por la costumbre que me quedo. Al igual que sigo durmiendo del lado derecho. Todavía sueño con la humedad de la selva y la vacuna de la fiebre amarilla. en el ejercito que es una full metal jacket. De mi familia y de mi barrio pobre. Donde ya ahorita yo les digo a todos que no voy a regresar. Pero que tampoco quiero echar raíces aquí. Donde lo único desagradable de México, es esa cosa que llaman chilangos. Esa cosa que siempre quiere sacar provecho de uno.

03 julio 2011

Simplemente deprimente.


--“Qué? un tiro”, me dijo paúl. Cuando pase por donde él estaba arreglando una maquina.

-Cállese pinche perro, o le meto unos putazos. Le conteste

--Si veras.

Me dijo muy confiado, con su sonrisa que mostraba su diente con amalgamas y su barba de 4 días que mostraba las canas.

Me pare enfrente de él mientras chocaba mi puño derecho contra la palma de mi mano izquierda. Y lo escuche hablar para que comenzaran los dimes y diretes.
      
      Mira solo tienes dos caminos. Dijo Paul. Otra vez mostrando su diente de amalgama que pareciera que hubiera comido un chocolate Carlos V con todo y aluminio. 

--Solo tienes dos caminos y en ninguno vas a ganar. El primero es que me metas unos putazos y todos digan, pinche culero, le pegaste a un ruco. El segundo y más probable es que te meta unos putazos y todos se rían de ti diciendo, “iiiiiii te pego un ruco”.

Deje de golpear mis manos y le dije muy seriamente. “no se hable más pinche perro, ya me ganaste”.

El siempre esta ahi, para enseñarme de la vida, yo lo apodo "APA" ( acento en la segunda A)

Deprimente enseñanza... Como un pick up Tacoma con rings cromados, como la lluvia con tierra que sopla en los meses de julio en mi tierra natal, como ir al grito de la independencia y salir oliendo a tierra con caca. Como bañarse en el canal y hacer buches con un baño maría. Que se te caiga la cartera en el retrete.

La verdad es que no tuve oportunidad, así como la chica que conocí y se me hizo simpática y chichona, pensé en nunca más hablarle pero después de que me mandara mensajes al celular me decidí en darle otra oportunidad. Al siguiente día mire que tenía novio, y era un gordo, prieto con granos en la cara.

Ha de ser muy curada, dije… ha de ser muy curada…

y me convierto en el malo de la movie...