Si me las afeite, para la vasectomía que me
realizaron y me atreví a hacerlo en el seguro social (IMSS) la cual es sin bisturí o
sea que con los dientes. Por eso te tienes que afeitar las bolas. Y la realice en
el seguro social porque es gratis y varias personas que conozco la han
realizado ahí y afirman que realizan un buen trabajo, además de que si la haces en un particular puede llegar a costar
hasta 20 mil pesos.
Todos los hombres llegan con cara de pánico
y las mujeres acompañantes llegan con cara burlona: “¿Que me van a decir del
dolor? si ya he parido chamacos” dicen ellas.
Los hombres entran al quirófano el cual es
un consultorio disfrazado y en cuanto entras hay tres doctores y una enfermera.
Mientras te saludan y te explican cómo va a ser la intervención te piden que te
desnudes y te pongas un calzoncillo para la protección de las bolas la cual
parece una concha que cubre los genitales y deja tus nalgas al descubierto. Así
tuve que bajarme los pantalones mientras me explicaban cuál era el
procedimiento y cuanto tardaríamos. Ya después de 3 minutos eternos la
enfermera se apiado de mí y me puso una cortina para mi intimidad.
El dolor viene cuando te inyectan la anestesia
en los huevos y recalco en LOS huevos porque te inyectan en cada uno de ellos. Sintiendo
como la aguja penetra la capa de piel testicular dejando entrar el líquido que
puede llegar a arder ahí en lo más sagrado de un hombre.
Juegan con tus bolas como si prepararan
carne molida para hamburguesa y esto según para separar la línea testicular la
cual van a recortar. Pero más bien parece un juego de desestres donde las manos
del doctor se mueven de forma circular y dividida, realizando jalones y pellizcos
los cuales no son nada eróticos ni salvajes, más bien desagradables. Mientras lo
escuchas hablar de temas desinteresados para el paciente como política,
vacaciones y trabajo con sus otros amigos doctores.
Cuando te cortan para realizar la intervención,
sientes que te cortan la piel testicular, pero con la anestesia sientes que
cortaran ropa que trajeras puesta y la escuchas como se corta y se abre.
- - Ahí va un pequeño faul-ecito. (Dice
el doctor antes de abrirte)
n Ahhhuuuu (Dice el paciente)
- -Bueno, un faul-ezote. (Rectifica
el doctor.)
Como yo había sido el ultimo paciente, además
de que me toco el número 13 de la lista. Exclame “Doctores soy el ultimo
paciente, tómense todo el tiempo que quieran. No hay prisa... aún es temprano. Esto
debe ser como los chefs, que desde el primer platillo hasta el último deben de
entregarse bien servidos y con calidad”.
Ni me pelaron, siguieron en su rollo. Al perecer
es su forma de concentrarse. Hasta que terminaron la intervención repitieron
las palabras que dije. Afirmando que habían realizado un buen trabajo. Enseñándome
los conductos que habían cortado.
- - Te los quieres llevar de
recuerdo? (dice el doctor)
o
Para que fregados? Para asustar
a mi cuñado?(Dije)
- -Ahh no sé, algunos les gusta llevárselos
de recuerdo.. (Asegura el doctor)
Al final te dan una cajita de paracetamol y otra de Naproxeno, una nalgada beisbolera, 3 hasta
5 días de incapacidad y caminas como bajado de un caballo con las piernas abiertas de forma arqueada. El resto del día me la pase acostado con una bolsa de
hielos en los huevos inchados mientras miraba Netflix o jugaba HearthStone.
2 comentarios:
buena historia tapiocadas
Ouch
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