A las 7:30 entro a trabajar, donde apenas se alcanzan a ver la luz del sol que compartirá con tigo todo el día. Donde después de 10 horas sin tomarla en cuenta, sales y ya se escondió; como si fuera un capricho de la naturaleza, enojada por que no la tomaste en cuenta. Como si la naturaleza tuviera sentimientos y orgullo.
Al salir de trabajar tome el taxi en la misma calle de siempre.
Al acercarme mire que había un cliente dentro, así que espere a que terminara de pagar para poderlo abordar.
El cliente era una mujer entre unos 20 a 25 años, estaba terminando de pagar y al parecer estaba contenta o le había pasado algo bueno en su viaje.
- ¿Trabajara aquí?, me pregunte ya que nunca la había visto en la empresa.
Cuando ella termino de pagar, yo aborde el taxi.
- - A donde lo llevo. dijo el taxista
- A la telefónica. Le conteste mientras miraba que el prendía su taxímetro.
Volteó de reojo para su lado derecho y depues miro su espejo retrovisor de lado izquierdo, para dar una vuelta en “U”. Cuando me dijo:
- Le dije a la muchacha que se bajo, que si la llevaba a otra parte y me dijo “a horita no”, tons cuando pues.
Fue lo que me dijo el taxista por su conquista frustrada.
(Esta va a ser una platica de mujeres, sexo y muchas mentiras, como otros viajes que e tenido. Fue lo que pensé cuando lo escuche hablar; Así que me puse el cinturón de seguridad y me puse cómodo en el asiento para escuchar una historia mas de un taxista en aprieto por unas pantaletas)
Al envolvernos en el trafico de la calle insurgentes, el siguió con la platica.
- Y es que le pregunte, que onda vienes a trabajar y me dice que no. A entonces vienes por el novio. Y no me contesta, entonces en forma de broma le pregunto, ¿entonces viene por su novia?
Y ya cuando le pregunto si no quiere que la lleve a otro lugar, me responde "a horita no".
tons cuando pues.
Me volvió a decir, mientras esperábamos que cambiara el semáforo de la macro plaza.
El terminó de hablar cuando un dolor le invadió su brazo derecho, supuse que se le había dormido por tanto conducir el taxi marca “Tsuru” de transmisión estándar.
- ¿Se le durmió el brazo? Le pregunte para aclarar mi duda y por que me preocupo un poco que se le durmiera el brazo justo cuando íbamos a tomar la vía rápida.
- No, es que hoy hice un coraje y cuando hago corajes, como que se me entume el cuerpo.
Al escuchar su respuesta me figuré un escenario el cual trate de borrar de mi mente para preguntarle otra vez y confirmarlo.
- ¿Coraje? Ha de haber sido con un cliente. Oiga pero, que no ¿eso puede causar una embolia?
- si exactamente, es que desde hace tiempo me paso algo que me asusto mucho y desde entonces para acá, como que cualquier cosa me asusta y me paraliza el cuerpo.
A de haber visto un fantasma, supuse en forma de broma; pero no dije nada ya que si el ya había tenido un disgusto esa tarde, se me haría injusto que yo causara otro por preguntar ¿cual fue ese susto?
Pero para algunas personas que entran a un tema que le causa un dolor o un recuerdo desagradable, entran en la conversación y se les es difícil saber cuando detenerse, al parecer es mejor sacarlo que llevarlo dentro.
Sin preguntarle, el me contesto…
-No pues es que desde que me secuestraron estoy así. Me dijo el taxista mientras se sobaba el brazo para que se pasara lo entumido y aprovechando que estábamos en una calle infestada de trafico la cual comunicaba a la vía rápida.
Mi impresión fue de asombro ya que nunca había estado con alguien que había experimentado un secuestro, pero a pesar de todo eso surgieron tantas preguntas… por la incomodidad del asunto, no las podía hacer.
- Si, yo vendía nopales a Japón y aguacates a EUA.
Saque un chingo de feria ahí hasta que me secuestraron. Dijo como si hiciera una cuenta con los dedos de todo el dinero que ganaba.
Mas preguntas me surgieron, pero no quería hablar si el no me habría las puertas para poder pasar a la confianza de la conversación.
- Si, tenía como 1 millón de dólares con todas mis propiedades y negocios pero todo valió madres cuando me secuestraron unos policías.
Ya no pude aguantar tanta intriga que me generaba este tema, así que empecé a hacer preguntas, primero pensé en hacer una de poca relevancia para saber si el estaba dispuesto a jugar a las preguntas y respuestas.
- ¿Y como fue? Fue la pregunta más sencilla y sutil que me atreví a hacer.
- - Pues, cuando salí de trabajar se subieron al carro rompiendo el vidrio y fue tan rápido que no te da tiempo para nada, en cuanto reaccione de lo que pasaba trate de arrancar el carro, pero me pusieron una K-47 en la cara y me dijeron que si volteaba a verlos me iban a matar ahí mismo. Yo volteaba y me pegaban con el arma y me repetían lo mismo, que no volteara; pero yo seguía tratando de voltear.
Quien sabe por que, tal vez fue una reacción de nerviosismo.
Después me esposaron las manos y me taparon la cara. Me pusieron en el asiento de atrás y me seguían amenazando mientras me golpeaban.
No podía gritar ni hacer nada… ¿que se puede hacer en un caso así? ¿Rezar?
En 5 minutos ya estaba secuestrado.
Me quede impactado al escuchar esta historia que suena muy trillada por las películas de hoy en día, pero al ver la forma en que la contaba y el coraje que se miraba en sus facciones, golpeando el volante con el puño cerrado y aparte teniendo que voltear a ver el trafico para seguir conduciendo y llevarme a mi destino. Me quede sin aliento.
-Me llevaron a un almacén y me encerraron en un cuarto, como de 1 metro cuadrado, sin luz, ni ventana. Y un bote de aluminio para que hiciera mis necesidades en el. Lo recuerdo bien por que me golpearon con el en la cabeza cuando me dijeron. “este es un pinché bote de aluminio para que hagas todo aquí, por que yo no soy tu pendejo para andar limpiando tus porquerías”.
Nombre era el infierno y no sabias que pasaba allá afuera con tu familia ni nada.
A cada rato. Me golpeaban para que dijera nombres de personas que yo conociera que tuvieran dinero, para luego también secuestrarlas.
Dejo de hablar cuando en el camino se abrió una oportunidad para poder pasar al otro lado de la calle. Giro a la derecha y tomo la vía rápida, Después tomo el puente de desviación para llegar a la calle Díaz Ordaz.
-Y ¿le daban de comer? Le pregunte con esperanza de respuesta.
- Ahí no más cuando querían los putos, como una vez cada dos o tres días.
No si yo tenía mis casas y mis carros, mis esclavas de 3000 dlls, mis negocios y viejas a montón. Ahora ando de taxista y viste a esa que andaba cuando te subiste… estaba más o menos y ni me hizo caso.
Cuando termino de hablar, llegamos a otro embotellamiento, al parecer se había creado un choque cubriendo el camino que tenía que tomar para dejarme en mi casa. Así que me tuvo que dejar a unos 300 metros de distancia.
Antes de pagar le pregunte, ¿hace cuanto lo secuestraron?
-Tres meses, y llevo 2 de taxista... me quede sin nada.
Me baje y el taxi se alejo rápidamente, como todos los taxistas lo hacen buscando mas peaje.
Me fui caminando, volteando a ver a toda persona que pasara a mi lado con gran desconfianza... hasta animales en movimiento.
En el camino pensé en varias preguntas que le pude haber hecho.
¿Que paso cuando lo soltaron?
¿El apoyo que le dio su familia para superarlo?
¿En realidad vendia verduras o vendia droga?
Bueno todas esas preguntas que no hice, no sirven de nada.
Al fin y al cabo fue una historia más que me cuenta un taxista después de salir de trabajar. Con el sol escondido como si se hubiera encaprichado con migo.